Virginia Satir
«Las personas resuelven de cuatro maneras los efectos negativos del estrés o tensión. Estos cuatro patrones –que llamaré aplacar, culpar, calcular y distraer- se presentaron cuando una persona respondía a la tensión y, al mismo tiempo, sentía que disminuía su autoestima.
Es importante que entiendas que cada vez que hablas lo hace todo tu ser; cuando pronuncias una palabra tu rostro, voz, cuerpo y músculos hablan al mismo tiempo:
Comunicación verbal ––palabras
Comunicación corporal/sonora ––expresión facial, postura corporal, tono muscular,
ritmo respiratorio, tono de voz, gesticulación.
Las discrepancias entre la comunicación verbal y la no verbal producen dobles mensajes.
Las familias conflictivas que he conocido resolvían su comunicación con dobles mensajes. Estos pueden comunicarse cuando una persona tiene las siguientes actitudes:
- Tengo una baja autoestima y creo que soy malo porque me siento así.
- Tengo miedo de lastimar los sentimientos de los demás.
- Me preocupan las represalias de los demás.
- Temo la ruptura de nuestra relación.
- No quiero imponerme.
- No me doy cuenta de nada que no sea yo, y no quiero dar significado alguno a los demás o a la interacción misma.
Son cuatro los patrones universales que utiliza la gente para resolver la amenaza del rechazo. Al sentir y responder a la amenaza, un individuo que no desea revelar su debilidad tratará de disfrazarla de una de estas formas:
- Aplacar, para que la otra persona no se enfade.
- Culpar, para que la otra persona la considere fuerte (si el compañero se marcha será por culpa suya, no mía).
- Calcular, para enfrentar la amenaza como si fuese inocua, y la autoestima personal se oculta detrás de impresionantes palabras y conceptos intelectuales.
- Distraer, para ignorar la amenaza, actuando como si no existiera (tal vez si actúo así suficiente tiempo, de verdad desaparezca).
APLACADOR
Palabras: aceptación: “Lo que quieras me parecerá bien. Sólo vivo para hacerte feliz”.
Cuerpo: apacigua: “Soy un desvalido”, reflejado en la postura de víctima.
Interior: “Siento que no soy nada; sin ti no vivo. No tengo valor alguno”.
El aplacador habla con un tono de voz congraciador, trata de agradar, se disculpa y nunca se muestra en desacuerdo, sin importar la situación. Es el “hombres sí”, que habla como si nada pudiera hacer por él mismo; siempre tiene que recurrir a la aprobación de los demás. Acepta cualquier crítica contra él y se muestra agradecido de que alguien quiera dirigirle la palabra, sin importar lo que diga o cómo lo haga. No pensará en pedir algo para sí; después de todo, ¿quién es él o ella para pedir nada? Además, si es bueno las cosas llegarán por sí solas. Actitud melosa, de mártir y humilde.
ACUSADOR (INCULPADOR)
Palabras: desacuerdo: “Nunca haces algo bien. ¿Qué te sucede?”.
Cuerpo: acusa: “Yo soy el que manda aquí”.
Cuerpo: acusa: “Yo soy el que manda aquí”.
Interior: “Me siento solo e inútil”.
El acusador o inculpador es aquel que encuentra defectos, un dictador, un jefe que adopta una actitud de superioridad y parece decir: “Si no fuera por ti, todo estaría bien”. El sentimiento interno tensa músculos y órganos; entre tanto, la presión arterial aumenta. La voz es dura, tensa y a menudo aguda y ruidosa. Suele señalar con un dedo acusador. Grita, insulta y critica. Tampoco consideras que tienes valor alguno, así que si puedes lograr que alguien te obedezca, sentirá que representa algo. Dada la conducta de obediencia recibida, se sentirá eficaz.
CALCULADOR
Palabras: superrazonables: “Si alguien observara con detenimiento, podría notar que uno de ustedes tiene las manos maltratadas por el trabajo”.
Cuerpo: calcula: “Soy sereno, frío y controlado”.
Interior: “Me siento indefenso”.
El calculador es un individuo muy correcto, razonable, que no muestra sentimiento alguno. Esta persona parece tranquila, fría, contenida. El cuerpo tiene una actitud distante. La voz es seca y monótona, y las palabras suelen ser abstractas. Busca las palabras adecuadas. Lo triste de este papel es que representa el ideal de muchas personas: “Di lo correcto, no muestres emoción. No respondas”.
DISTRACTOR
Palabras: irrelevantes. Las palabras carecen de sentido o no tienen relación alguna con el tema.
Cuerpo: angulado: “Voy a otra parte”.
Interior: “A nadie le importo. Aquí no hay sitio para mí”.
Esta persona no responde a la situación. Su sentimiento interno es de aturdimiento; la voz puede ser un sonsonete que, a menudo, no armoniza con las palabras, y puede volverse aguda o grave porque está enfocada en el vacío. No va al grano con las palabras. Ignora las preguntas de los demás.
Creo que prendemos estas formas de comunicación desde la infancia. Al utilizar estas cuatro respuestas, el individuo favorece el estado de baja autoestima. Estos métodos de comunicación están reforzados por la manera como asimilamos la autoridad en la familia, y por las actitudes imperantes en nuestra sociedad:
- “No trates de imponerte; es egoísta que pidas cosas para ti”, refuerza la conducta aplacadora.
- “No permitas que los demás te humillen; no seas cobarde”, refuerza al acusador o inculpador.
- “No seas tan serio. ¡Alégrate! ¿A quién le importa nada?”, sirve para reforzar la actitud distractora.
Pero existe otra respuesta a la que he denominado niveladora o fluida; en ella todas las partes del mensaje siguen una misma dirección: las palabras hacen juego con la expresión facial, la postura corporal y el tono de voz. Otro aspecto es que es total y no parcial: el cuerpo, los pensamientos y las emociones se hacen evidentes. El efecto de la nivelación es la congruencia. El mensaje es único y directo. Las relaciones son más fáciles, libres y sinceras, y la gente percibe menos amenazas para su autoestima. Esta respuesta alivia cualquier necesidad de aplacar, culpar, ocultarse o permanecer en movimiento perpetuo.
De las cinco respuestas, sólo la niveladora permite resolver rupturas, abrir los callejones sin salida o construir puentes de unión entre dos personas».
(Fragmentos extraídos de Nuevas relaciones humanas en el núcleo familiar, de Virginia Satir).