Te encierras en ti mismo. ¡Es entonces cuando la situación actual se puede transformar en un confinamiento del corazón y del alma!
El camino es mantenernos en contacto y vulnerables».
La calidad de nuestro ser determina la calidad de nuestro hacer.
Algunos dicen: “No te quedes ahí sentado, ¡haz algo!”. Cuando presenciamos injusticia, violencia y sufrimiento a nuestro alrededor, de forma espontánea intentamos hacer algo para ayudar. Cuando yo era un joven monje en Vietnam, en la década de los cincuenta y los sesenta, hice todo lo que pude, junto a mis amigos y estudiantes, para crear un budismo de base que pudiera responder a los enormes retos y sufrimiento de aquel tiempo. Sabíamos que ofrecer recitaciones y oraciones no bastaba para salvar al país de aquella desesperada situación de conflicto, división guerra.
Empezamos a publicar un seminario budista de ámbito nacional, fundamos la Escuela de Jóvenes para el Servicio Social a fin de llevar alivio y apoyo a los poblados destruidos por la guerra, y también fundamos la Universidad Van Hanh en Saigón con la idea de ofrecer un planteamiento más actual en la educación de las generaciones más jóvenes. En el desarrollo de estas actividades aprendimos que la calidad de nuestra acción dependía de la calidad de nuestro ser. Por eso, cada semana organizamos un día de plena conciencia en el cercano monasterio Bosque de Bambú. Allí practicábamos meditación sentada, caminando y comiendo juntos, y dedicábamos un tiempo a escuchar profundamente las alegrías y las dificultades de los demás. Gracias aquella energía de fraternidad, creamos un lugar de refugio maravilloso y feliz.
Además de decir: “No te quedes ahí sentado, ¡haz algo!”, también podemos decir: “No te quedes ahí haciendo algo, ¡siéntate!”. Parar, estar en silencio y practicar la plena conciencia puede hacer brotar toda una nueva dimensión del ser. Podemos transformar la ira y la ansiedad, y cultivar la energía de paz, comprensión y compasión como fundamentos de nuestra acción. Las energías de sabiduría, compasión, inclusión, ausencia de miedo, paciencia y no-discriminación —no menospreciar nunca nadie— son las cualidades de los seres despiertos. Cultivar estas energías nos ayuda a traer la dimensión última a la dimensión histórica a fin de que podamos llevar una vida de acción relajada y alegre, libre del miedo, el estrés y la desesperación. Podemos ser muy activos y hacerlo todo desde un estado de paz y alegría. Esa es la acción más necesaria. Cuando podemos llevarla a cabo, el trabajo trabajo que hagamos será de gran ayuda para nosotros y para el mundo».