Taller online de SISTÉMICA. LA PAREJA: el sábado 19 de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00. Precio: 75 €.
A lo largo del taller iremos viendo los aspectos fundamentales de la pareja desde la perspectiva de la sistémica, de las nuevas constelaciones familiares, y trabajaremos los pilares en los que se basa y también las dinámicas más habituales que guardan relación con el no tener pareja.
«El vivir en pareja es una aspiración universal, vivir el amor en la pareja es una conquista reciente. Cada cultura transmite un modo de vivir la pareja, y la representación fenomenológica y sistémica de las realidades que ofrecen las constelaciones familiares nos abre nuevas perspectivas sobre la vida de pareja.
«El vivir en pareja es una aspiración universal, vivir el amor en la pareja es una conquista reciente. Cada cultura transmite un modo de vivir la pareja, y la representación fenomenológica y sistémica de las realidades que ofrecen las constelaciones familiares nos abre nuevas perspectivas sobre la vida de pareja.
Los pilares de la relación de pareja son el amor, el dar y recibir, la sexualidad, la intimidad (o intercambio afectivo) y la convivencia.
Recordaremos continuamente que no hay leyes sino observación del fenómeno “pareja”.
Cada pareja es un caso particular. No hay modelo estándar.
La incompletud de nuestra vivencia de pareja es el motor de su evolución, de nuestro deseo de mejorarla y de nuestra creatividad al respeto.
La vivencia de pareja está sometida a todos los vaivenes de la vida, y será el espejo de los conflictos sin resolver de ambas personas, o de las interferencias de sus sistemas familiares”.
El enamoramiento es ciego, no permite ver a la otra persona, sólo vemos lo que necesitamos, lo que proyectamos. El enamoramiento es un impulso que no podemos controlar, que viene de lejos, viene de la necesidad de nuestro sistema familiar de sanar o compensar algo gracias a ese otro que nos atrae.
Luego con el amor a segunda vista la persona, por fin, ha descubierto como es la otra persona: alguien tan imperfecto como ella misma, que no se corresponde para nada al ideal de pareja que se había forjado. En el fondo ese ideal es siempre una proyección de la madre, ni siquiera de la madre que hemos tenido, pero sí de una madre ideal…
El amor a segunda vista es un amor adulto que toma al otro como es, y a mis necesidades como son. Y parte de estas necesidades podrán ser cubiertas por la relación, y gran parte no… Yo seguiré siendo responsable de mis carencias y de su sanación».
«El pasado distorsiona nuestra percepción del presente. Este pasado suele ser el de nuestro sistema familiar, como el de nuestra infancia.
(…) En la infancia, la relación simbiótica con la madre necesariamente tuvo carencias. Al crecer, el individuo, hombre como mujer, busca una nueva relación simbiótica, ya adulta y sexual, en la que proyectará lo vivido en la infancia, para reproducirlo como patrón y simultáneamente intentar resolver lo que quedó pendiente con su madre cuando era pequeño. Pero ese intento está abocado al fracaso. La adultez será aceptarnos como somos.
Ese intento de resolución del pasado es la base de la manipulación y existe en todas las parejas, pues es constitutivo de ese espacio de intimidad.
En la manipulación dejamos de estar en el Adulto y nos dejamos arrastrar por los roles de víctima y perseguidor, con los que intentamos hacer responsable al otro de nuestra carencia. Por eso la manipulación es fundamentalmente deshonesta.
En cuanto uno de los dos se da cuenta del “juego”, éste cesa.(…) ».
Fragmentos del artículo Las bases sistémicas del amor en la pareja, de Brigitte Champetier de Ribes (Insconsfa, enero 2014).
*Imagen: Jeffrey Ramírez.
*Imagen: Jeffrey Ramírez.
«No es menos importante manifestar la conveniencia de saber crear en común circuitos que nos traigan bienestar, alegría y expansión. Y hay que entender que la contribución que cada uno puede hacer al vínculo en común -es decir, las propuestas que aportamos y la forma en que tratamos de hacer realidad nuestros escenarios relacionales favoritos- tiene mucho que ver con nuestro pasado, con nuestra historia personal, con nuestro guion de vida y con nuestros viejos aprendizajes afectivos y estilos de apego. Y ayuda mucho conocer cada vez más cómo funcionamos y cómo nos sabotean nuestros automatismos.
A través del lenguaje terapéutico de las constelaciones familiares, determinadas dinámicas de pareja y sus patrones de relación salen a la luz, y eso facilita establecer asociaciones y comprensiones que ayuden».
«(…) Entender la pareja como escuela de vida o crecimiento, expresión que solía usar Suzy Stroke, terapeuta experta en parejas y en la reconciliación con los padres. Por tanto, la pareja supone autoconocimiento y sigue siendo uno de los mejores lugares para crecer y aprender a relacionarse, a dar y recibir, a limar las asperezas y pretensiones del ego y a ser más honestos y conocernos mejor a nosotros mismos. En pareja aprendemos a conocer y encarar nuestras sombras para que no nos dirijan y a flexibilizar nuestras posiciones egoicas, desarrollando cada vez más generosidad. En las arenas del amor hay crecimiento para los dos miembros de la pareja si estos quieren y se abre a ello. Sumerjámonos en nuestras grutas emocionales e intentemos arrojar algo de luz a los movimientos internos que las rigen.
Los movimientos internos que rigen esas arenas del amor y de las relaciones de pareja, con sus marcos familiares, son el territorio sutil que exploramos gracias a la técnica de las constelaciones familiares, una herramienta terapéutica -basada en los abordajes humanistas y fenomenológicos, en la terapia sistémica familiar y en la terapia transgeneracional- que explica cómo la vida de nuestros anteriores, con sus talentos, miedos, traumas, creencias y esperanzas ejerce a menudo una influencia sobre nuestras propias vidas».
«Como vamos viendo existen diversos modelos de vínculo emocional aprendidos en la infancia, en especial durante la relación con nuestros padres, y que ya de adultos, aplicamos a nuestras relaciones. Nuestra forma de relacionarnos con la pareja está de un modo u otro condicionada por estos patrones adquiridos durante la niñez, que nos impulsan a responder de una forma reactiva ante determinadas situaciones de nuestra vida, experimentando las mismas sensaciones que nos atrapaban en la infancia. Son estrategias que aprendimos los primeros años de vida para sacar determinadas situaciones y que sirvieron para sentirnos buenos, aunque no necesariamente bien (…) ».
Fragmentos del libro Bailando juntos. La cara oculta del amor en la pareja y en la familia (2020), de Joan Garriga.