Eneagrama



Eneagrama 1Eneatipo 7


Un libro tremendamente lúcido, agudo y amoroso:

«Bienaventurados los que se ríen de sí mismos, porque nunca les faltarán motivos para reír».

«No hay tema más universal ni más intemporal que la estupidez humana, su furor egoico y su torpeza al vivir, su miedo al amor y a lo desconocido, su intento de parecer algo que no es, o su esfuerzo para esconder adentro lo que sí es».

«Porque tal vez ni siquiera lo que yo pienso acerca de mí mismo sea tan importante. Tal vez sea preciso soltar algo de esto mismo, que me encierra mucho más que cualquier opinión ajena sobre mí. Es tan cansado tomarse tan en serio, es tanto esfuerzo quedarnos agarrados a esta u otra imagen que tenemos de nosotros mismos, con las uñas clavadas en el borde del precipicio, clamando al eco: “¡Por mi madre que yo soy así, o asá, o de aquella otra manera, y pienso así, y digo aquello, y por mis muertos que defenderé este castillo hasta el final!” Pero mientras nos entreteníamos en ello, el castillo se vació, y las armadas invasoras se fueron hace ya mucho tiempo hacia otras batallas más excitantes. Pero uno se queda ahí congelado, guardián inútil y cansado de un sueño de cartón piedra, fijado en un tiempo sin valor ni vigencia».

«En definitiva, lo que piensa el otro de mí es independiente de mi voluntad, apenas sí es mi asunto. Lo realmente decisivo, por su capacidad de hacerme tambalear y dañarme, lo que verdaderamente configura mi mundo interno, es lo que yo a mi vez pienso acerca de lo que el otro parece opinar sobre mí. Y eso, afortunadamente, depende de mí. Así me lo expresaba una participante: “Me di cuenta de que el miedo a la mirada de los demás no era más que mi miedo a la propia mirada, mi propio juicio hacia mí misma proyectado hacia afuera”.

«Mi percepción es que anida en el fondo de nosotros un cansancio íntimo, casi vergonzoso, que apenas podemos reconocer en la intimidad de nuestro camerino particular, cuando se apagan las luces del escenario de la vida cotidiana. Cada uno, en su soledad, se va quitando el maquillaje del personaje de la vida social, profesional o familiar, y suspira, percibiendo de forma difusa cuanta energía ha gestado durante el día para parecer una excelente profesional, un padre riguroso, una persona inteligente, amable, segura y eficiente, que corresponde a la norma y cumple con todos los requisitos que se esperan de ella, en ese momento, fuera de las miradas y de las exigencias de un mundo implacable, en el silencio de la verdad que se impone, como el alba al amanecer, uno suspira, y en ese suspiro susurran nuestros anhelos de ser nosotros mismos, sin tanto esfuerzo, sin tanto requisito. En ese ligero movimiento de hombros yace nuestro anhelo de poder ser sin aparentar, de poder existir sin pagar nada a cambio de nuestra pertenencia al mundo: como si ser fuese suficiente…».

«¿Cuánta seguridad en nosotros mismos recobramos cuando alguien, simplemente, nos trata bien, nos mira con benevolencia? Y cuando experimentamos esta toma de confianza, ¿cuánto potencial nuestro se manifiesta en lo creativo, lo humano?».

«No hay, a mi parecer, fuente más generosa ni más enternecedora para nutrir nuestro imaginario y desatar nuestra creatividad que la celebración libre y poética, consciente y compasiva, de nuestra particular tragicomedia: este desesperado intento de ser nosotros mismos y de encontrarle un sentido tangible a nuestra corta e insignificante presencia personal sobre la faz de la tierra».

Fragmentos del libro Clown esencial, de Alain Vigneau.



Eneagrama 3 TEXTOS LITERARIOS

ENEATIPO 1

«Tenía la manía bella de lo derecho, lo recto, lo cuadrado. Se pasaba el día poniendo bien, en exacta correspondencia de líneas, cuadros, muebles, alfombras, puertas, biombos.
Su día era un sufrimiento terrible y una espantosa pérdida de tiempo. Iba detrás de familiares y criados, ordenando lo desordenado. Comprendía bien el cuento del que se sacó una muela sana de la derecha porque tuvo que sacarse una dañada de la izquierda.
Cuando se estaba muriendo,  suplicaba a todos que le pusieran exacta la cama en relación con la cómoda, el armario, los cuadros.
Y cuando murió, el enterrador le dejó la caja torcida en la tumba para siempre».

(“La caja torcida”, de Juan Ramón Jiménez)


ENEATIPO 5

«Cuando me aparto de mi mundo escrito para reencontrar mi lugar en el otro, en lo que solemos llamar el mundo, hecho de tres dimensiones, cinco sentidos y poblado por miles de millones de seres como nosotros, esto equivale para mí a repetir, cada vez, el trauma del nacimiento, a dar forma de realidad inteligible a un conjunto de sensaciones confusas y a elegir una estrategia para enfrentar lo inesperado sin que me destruya».

(Mundo escrito y mundo no escrito, de Italo Calvino)


ENEATIPO 6

«Cada vez que alguien hace una pregunta
 el mundo se abre un poco,
 vuelve la flecha al arco, que se tensa
 con la energía de la expectación.


Me hago preguntas por crear espacio
traspasado de flechas,
que no ansían la diana que limita,
sino el vértigo vivo

de buscar».

(“Preguntas”, de Lorenzo Oliván)







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