Una visión sistémica sobre las relaciones de pareja. El orden en las constelaciones familiares

Una visión sistémica sobre las relaciones de pareja. El orden en las constelaciones familiares 1«El amor de pareja es un reto progresivo de amor a lo real, a lo real del otro y a lo real de aquello que la relación hace posible o nos niega». 

«Cuando se une una pareja no sólo se juntan dos personas, sino que se unen dos sistemas. Como dijo Miguel Hernández: “Seguiremos besándonos en el hijo profundo. Besándonos tú y yo, se besan nuestros muertos. Se besan los primeros pobladores del mundo”. Todos crecemos en un escenario familiar con reglas y modos afectivos propios, nos desarrollamos en el seno de una saga con sus historias, mitos, narrativas, alegrías y tristezas. Como niños, […] realizamos los aprendizajes principales sobre los vínculos y las relaciones».  
«No hay esquemas preestablecidos, pero sí condiciones que facilitan o dificultan la relación de pareja. La primera condición es que sea fácil, que fluya sin demasiado esfuerzo. Que las cosas sean cómodas, que no tengamos que gastar grandes cantidades de energía en emociones ni se nos obligue a luchar contra éstas. Ayuda el tener estilos afectivos parecidos o que engarcen bien. Es fácil saber cuándo los estilos afectivos y las pautas favoritas de relación de cada uno son compatibles: cuando apenas hay discusiones, cuando las emociones fluyen sin grandes altibajos y cuando la relación es nutritiva para ambos. La segunda condición es que se trate de dos naturalezas no demasiado incompatibles, no demasiado diferentes. La compatibilidad de cualquier pareja descansa sobre  la diferencia, pero también sobre la posibilidad de asociación, de imbricación y complicidad. La tercera condición es que los miembros de la pareja sean verdaderos compañeros, que se sientan como tales, acompañados, ya que el otro es también un amigo y la amistad no se desgasta con el curso de los años. Que puedan compartir sus peculiaridades, gustos, intereses, diferencias, complicidades. Que tengan alguien al que entiendan y que los entiende. La cuarta condición es tener fe y confianza plena en el otro. Que no sea necesario temer, desconfiar o protegerse. Que tengamos la convicción de que el otro no nos va a dañar. La quinta y última de las condiciones es, si cabe, la más difícil de cumplir: el deseo espontáneo de que el otro esté bien, lo cual quiere decir que esté bien por encima de nuestros miedos o carencias. La palabra “espontáneo” es el epicentro de esta cuestión, y se trata de un sentimiento que no se puede fabricar artificialmente. Se da o no se da. Lo sentimos o no lo sentimos», (El buen amor en la pareja, de Joan Garriga).

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