CNV 2

«El programa de Marshall Rosenberg, psicólogo clínico estadounidense, está concebido con el fin de enseñar tanto a niños como a adultos el modo de relacionarse con los demás de manera no violenta. Para describir el antiguo y el nuevo lenguaje, el Dr. Rosenberg, que explica estos principios en muchos países, utiliza como metáforas a dos animales: la jirafa y el chacal. Explica que el lenguaje cotidiano incluye muchas expresiones que encierran juicios, generalizaciones y acusaciones (el idioma del chacal). Dicho tipo de comunicación establece barreras entre las personas y crea un clima de alienación y desconfianza. El lenguaje de la jirafa lleva inherente la compasión y la empatía, pues se habla desde el corazón y dado que es el animal con el corazón más grande, puede retener en él muchos sentimientos, tanto positivos como negativos. En nuestra escuela infantil utilizamos el libro titulado Didi’s Magic Keys, escrito por Lior Idan Aburman (1999), que nos cuenta que el gran corazón de la jirafa tiene cuatro “llaves mágicas”: la “llave de la boca”, que nos permite abrir nuestros corazones y expresarnos; la “llave de las orejas”, que nos ayuda a escuchar abiertamente, sin juicios ni prisa por responder y la “llave de los ojos”, que nos permite observar, aprender y llegar a conocer a aquellos con quienes nos comunicamos. Estas tres llaves dan paso al lugar en el que se encuentra la cuarta llave: la “llave del corazón”. La jirafa come hojas (no es un depredador) y su largo cuello le permite asomarse, contemplar una imagen equilibrada desde arriba, lo que la convierte en la mascota perfecta para la comunicación empática», (Educación emocional y social. Análisis Internacional 2013, Informe Fundación Botín).
«Los que usan comunicación no violenta (también llamada “comunicación empática”) consideran que todas las acciones se originan en un intento de satisfacer necesidades humanas, pero tratan de hacerlo evitando el uso del miedo, la culpa, la vergüenza, la acusación, la coerción y las amenazas. El ideal de la CNV es que las propias necesidades, deseos, anhelos, esperanzas no se satisfagan a costa de otra persona. Un principio clave de la comunicación no violenta que facilita esto es la capacidad de expresarse sin usar juicios sobre lo que está bien o mal, sobre lo que es correcto o incorrecto, por eso se hace hincapié en expresar sentimientos y necesidades, en lugar de críticas o juicios morales.
Rosenberg, formado como psicólogo clínico, ha aplicado el modelo de Comunicación No Violenta en programas de paz en Ruanda, Burundi, Nigeria, Malasia, Indonesia, Sri Lanka, Medio Oriente, Serbia, Croacia, e Irlanda. La teoría tiene mucho en común con conceptos usados en mediación y resolución de conflictos y es usada por algunos mediadores en su trabajo.
Rosenberg eligió el nombre comunicación “no violenta” para referirse a la filosofía de Gandhi del ahimsa o no violencia, sin embargo, a diferencia de Gandhi, Rosenberg aprueba el uso protector de la fuerza —el uso de la fuerza para evitar heridas, pero no con un sentido punitivo—, es decir, está en contra de aplicar una fuerza con la intención de castigar o dañar. Rosenberg afirma que el deseo de castigar y el uso de medidas punitivas sólo existen en culturas que tienen visiones moralistas del mundo, las que piensan en categorías de bueno/malo, correcto/incorrecto. Señala que los antropólogos han descubierto culturas en muchas partes del mundo en que la idea de que alguien sea “malo” carece de sentido y que tales culturas tienden a ser más pacíficas».

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