«Estar en el “Estado Niño” es estar en un comportamiento reactivo, es estar en una reacción de sumisión o rebeldía, reviviendo incoscientemente situaciones pasadas de dependencia. El Estado Niño nos vincula a una víctima, al victimismo (sumiso o rebelde) y a las ganas de venganza».
«En toda relación existe el nivel de lo que se ve, dos adultos juntos; y el nivel oculto. Y siempre es el nivel oculto el que dirige el intercambio.
Si ambas personas están en su “Estado Adulto”, el nivel aparente y el nivel oculto serán los mismos, la terapia puede funcionar, los cambios para mejor se notarán, pero si el cliente está en su “Estado Niño”, habrá incongruencia entre su demanda aparente y su demanda real, ya que el “Estado Niño” estará relacionándose con el terapeuta como un hijo. […] El terapeuta experimentado se mantiene en su Estado Adulto, sea cual sea el envite del cliente y de esta manera le ofrece la única manera de sanarse y recuperar su autonomía».
(Empezar a constelar, de Brigitte Champetier de Ribes).
Odilon Redon, La barca.
«Los hombres aman los razonamientos abstractos y las sistematizaciones bien elaboradas, al punto de que no les molesta deformar la verdad; cierran los ojos y los oídos a todas las pruebas que los contradicen con tal de sustentar sus construcciones lógicas».
(Memorias del subsuelo, de Fiódor Dostoievski).
«Ser responsables conlleva estar presentes, estar aquí. Y estar verdaderamente presente, es estar consciente. A su vez, estar consciente es una condición incompatible con la ilusión de irresponsabilidad por medio de la cual evitamos vivir nuestras vidas».
(Claudio Naranjo).
« La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos».
«Las casualidades nos empujan a diestra y siniestra, y con ellas construimos nuestro destino, porque somos nosotros quienes lo trenzamos como tal. Hacemos de ellas nuestro destino porque hablamos. Creemos que decimos lo que queremos, pero es lo que han querido los otros, más específicamente nuestra familia, que nos habla. Este ‘nos’ debe entenderse como un complemento directo. Somos hablados y, debido a esto, hacemos de las casualidades que nos empujan algo tramado. Hay, en efecto, una trama. Nosotros la llamamos nuestro destino.»
(“Joyce, el Síntoma”, de Jacques Lacan).
(“Joyce, el Síntoma”, de Jacques Lacan).
« No, no se vive para ganarle a nadie. Se vive para darse».
(Eduardo Galeano).
«Si encendieras la luz de la conciencia para observarte a ti mismo y todo lo que te rodea a lo largo del día; si te vieras reflejado en la conciencia del mismo modo que ves tu cara en un espejo, es decir, con precisión, con claridad, exactamente, sin la menor distorsión ni añadido, y si observaras ese reflejo sin juicios ni condena, experimentarías toda suerte de cambios maravillosos. Pero no controlarías esos cambios, ni podrías planearlos por adelantado ni decidir cómo y cuándo se van a producir. Es solamente esa percepción consciente sin juicios la que sana, cambia y hace crecer. Pero a su manera y a su tiempo».
(Anthony de Mello).