Algunos aspectos del Eneatipo 3, subtipo conservación:
Fragmentos tomados de “Persona y sombra: lo destructivo para sí y para los demás” (por Ferrán Pauné y Assumpta Mateu), en Psicología de los eneatipos. Eneatipo 3. Vanidad, de Claudio Naranjo (ed.), (Barcelona, 2017, Ediciones La Llave).
‹‹La presentación del Eneatipo 3 (E3) conservación ante los demás se puede resumir con los siguientes descriptores: alguien adecuado, serio, perfecto, confiable, seguro, al servicio del otro y feliz por hacerlo, sin problemas, con las dificultades superadas y todo bajo control. Se trata pues de personas muy clavadas en el “hacer” y en superarse (“yo puedo”), dado que los títulos (“yo valgo”), éxitos (“soy visto”) y logros (“soy alguien”) van encaminados a confeccionar una máscara que debe compensar todas las necesidades no satisfechas y las deficiencias de desarrollo psicoemocional. Al sobrevalorar los logros y los éxitos, sacrifican el placer, el reposo y lo lúdico. Y sacan su frustración profunda de una forma encubierta.
El E3 conservación se presenta típicamente como alguien que está siempre muy ocupado, enérgico, optimista, lleno de planes, expectativas y proyectos interesantes, autosuficiente, independiente y satisfecho en la vida. La sobreocupación tiene aquí la función no tanto ya de mostrarse como una persona muy válida, como de esconder ante sí mismo la inseguridad de ser. En definitiva, ese estrés va aparejado a la búsqueda de seguridad. Es por esa misma razón que vende seguridad, aconseja a los demás, ofrece soluciones, da lecciones, sabe cómo hacer las cosas bien y salva a los demás. Ahí radica otra característica de la presentación del conservacional: ser bondadoso e incluso benevolente, acercándose al modelo de Robin Hood; busca destacar por sus buenas obras.
Aun siendo extremadamente competitivo, el E3 conservación puede trabajar bien en equipo, donde pretende asumir el liderazgo de la organización y la ejecución de las actividades. No obstante, y contrariamente a lo que podría pensarse, cuando son otros los líderes intenta aliarse con ellos, cediendo el liderazgo a cambio de mayor seguridad.
Ahora bien, cuando se siente amenazado puede atacar por la espalda (aunque solo sea desde la crítica aparentemente objetiva). En estos casos suele también retirarse emocionalmente, ya que tolera muy mal el rechazo y la no confluencia. Pero, ¿por qué tal exigua capacidad de estar con el rechazo del otro? Porque debe ocultarse a sí mismo el sufrimiento que le representa su enorme necesidad del otro, más aún estando este a una buena distancia emocional. Y es que, ¿con quién va a relacionarse un individuo que huye de conectarse consigo mismo? Pues con personas que tampoco estén muy conectadas.
No deja de sorprender que un carácter fijado en la confluencia haga lo posible para no contactar con el otro ni consigo mismo, es decir, que se autoboicotee. La confluencia real estriba en la escucha mutua y en un encuentro desde el sentir. ¿Por qué evita esa escucha centrada (real) y el sentir profundo? Por su necesidad de ocultarse a sí mismo el miedo a ser (a expresarse, a manifestarse) y a un eventual contacto consistente con el otro que le lleve a la verdad.
Justamente una de las características más relevantes de este subtipo -el ser buena persona e inofensiva– constituye la base de la manipulación, un rasgo que en la mayoría de conservacionales queda escondido y no visible. Esa parte monstruosa existe cuando hay un objetivo y la necesidad de conquistarlo. La forma de llegar a ello es usar cualquier tipo de arma, adoptando la moral a lo que la persona quiere. Los fines justifican los medios. No obstante, los medios no aparecen y quedan en secreto para mantener la imagen de buena persona.
Cabe mencionar que el Eneatipo 3 conservación tiene mayor dificultad que los otros subtipos para encarar un conflicto. ¿Por qué? El conflicto y la confrontación traen la idea de desarreglo, de rechazo, de inseguridad, y la amenaza de abandono o distanciamiento. Los conservacionales no muestran la debilidad, a lo cual se añade el deseo de que los demás descubran que necesitan ayuda. Es más: aun así pueden llegar a rechazar la ayuda: “No, gracias, estoy bien”. En definitiva, una vez más, bajo la autonomía está el gran dragón de la supervivencia; un dragón que destruye vínculos.
No es de extrañar el miedo a que se descubra que la persona no es tan buena o generosa como aparenta, lo cual induce a trabajar cada vez más para mantener la máscara, esa imagen de que se puede hacer cualquier cosa. Se observa cómo el optimismo oculta la desesperación, el estar atareado oculta la angustia de sentir el vacío.
Otro punto de interés es la falta de espiritualidad auténtica. La espiritualidad verdadera no se encarna porque la vive desde el logro y la imagen, como dos zanahorias más delante del burro de carga: la promesa de ser mejor y más aceptado, y la de la felicidad sin tener que mirarse la propia oscuridad. La persona se puede mostrar como alguien avanzado espiritualmente, puesto que eso implica reconocimiento. Pero en realidad es un medio de escape de la falta de conexión consigo misma, y un modo de esconder el miedo al mundo, a la vida y a vivir. Dado que el futuro no se puede adivinar ni controlar, le da miedo. Por ello vive preservándose de la incertidumbre, de todas las maneras materiales posibles, ya que no confía en la vida.
Uno de los aspectos más destructivos del eneatipo 3 conservación bien pudiera ser la manera como da salida a la frustración profunda de no sentirse ser, es decir, de saberse intuitivamente desencaminado de la autorrealización y lejos de la plenitud. Esa frustración, que nace del dolor del desarraigo profundo, se vuelca en forma de exigencia y de rabia hacia los que le rodean. Esa rabia que debe contener para mantener la máscara de adecuado y bueno explosiona por las fisuras de la crítica, la exigencia, la protesta, la reivindicación e incluso el despotismo.
En fin, lo más destructivo para sí mismo y para los demás es la ocultación del vacío de ser tras una máscara valorable, junto a la expresión destructiva del desasosiego interno que ello conlleva. El camino de vuelta a casa es el inverso, es decir, el que va de la mediación a la meditación››.
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