Eneagrama. Los principales contrastes entre los subtipos del eneatipo 7 (E7): conservación, sexual y social

Eneagrama. Los principales contrastes entre los subtipos del eneatipo 7 (E7): conservación, sexual y social 1 INTRODUCCIÓN



Eneagrama. Los principales contrastes entre los subtipos del eneatipo 7 (E7): conservación, sexual y social 3



«(…) La gula caracterial puede ser descrita como una pasión de más y mejor que se manifiesta especialmente como una fascinación por la novedad, lo desconocido y lo exótico, una excesiva dependencia del placer, una tendencia automática a evitar el dolor y la frustración, y un afán por gustar, ser popular y recibir admiración.
La fuerte energización de naturaleza mental se acompaña de una dificultad para integrar lo intelectual con las emociones y los deseos. Esta sobreinversión en el aspecto racional se expresa con una visión estratégica de la vida (algo que se ha llamado `planificación´), acompañada de una fuerte autoindulgencia (fijación de este carácter) y de una autopercepción de superioridad más o menos tácita. (…) Este carácter se pone una máscara de inteligente y de superior para esconder un núcleo afectivamente carencial y de baja autoestima.

El E7 usa su innegable inteligencia para explicar, manipular y suscitar la admiración. Además, su gula también se manifiesta como gula intelectual, que hace de este el más curioso de los caracteres, de manera que no sólo se lanza constantemente a la búsqueda de nuevos horizontes y de lo misterioso, sino también hacia ideas abstractas o extravagantes que lo seducen.
Su inteligencia, junto con su autoconcepto de gozador o bon vivant y su visión positiva de la vida, que proyecta fuertemente sobre los demás para seducirlos, así como la propia capacidad de seducción intelectual, son rasgos típicos íntimamente relacionados con el fuerte narcisismo del E7: una sensación interna de sentirse valioso (aunque ambivalentemente matizada por un rumor difuso de autoinvalidación) que suele venir acompañada del exhibicionismo de sus talentos, en función de los cuales se autootorga derechos (entitlement), y de una locuaz compulsión a explicar las cosas o a “narrar” la vida.

Y es que el E7 suele ser un charlatán. Habla mucho, tanto para seducir como para persuadir, de modo que su locuacidad sirve a la gula como una forma de conseguir sus deseos a través de buenas explicaciones, y es también una forma de “comerse” al otro a través de la palabra. Es una parte fundamental, además, de su capacidad para encantar: El E7 es un carácter fresco, que va de humilde aunque no lo sea y que se muestra encantado de ayudar y ser útil (siempre con un componente estratégico detrás). En ello basa su éxito; sólo que para lograr tal estado de satisfacción aparente (una especie de bienestar cósmico) lo primero que necesita es engañarse a sí mismo por la vía de negar cualquier atisbo de malestar. Aún más importante que el deseo de placer es, para este carácter, la evitación del dolor.
Su aparente satisfacción y su entusiasmo mantienen lejos de su conciencia cualquier atisbo de frustración. No suele tener tampoco conciencia de su insaciabilidad, una ceguera reforzada por su sensación de tener derecho a la gratificación. Hablamos, por tanto, de un niño en un cuerpo de adulto que se lo permite todo, con un exagerado sentido de que todo está bien (quizás de que todo da igual o incluso de que la moral no es “buena”), lo cual funciona asimismo como una protección frente al dolor y la frustración. Su autoindulgencia es, al fin y al cabo, una forma de optimismo que hace que la vida pase con mayor suavidad y que se pueda perdonar a sí mismo cualquier fallo.
Es un carácter rebelde: desprecia y sabotea a la autoridad (aunque suele hacerlo por la espalda, evitando la confrontación directa), le falta disciplina, es en exceso fantasioso, optimista y confiado en sí mismo, y todo ello, unido a su superficialidad, le permite mostrarse como brillante e interesante, sobre todo al desplegar su capacidad verbal. Como resultado, frecuentemente procrastina y vive sus ideas y proyectos más en el plano de la fantasía que llevándolos a la práctica. Siempre tiene ideas nuevas con las que soñar hasta que se cansa y las sustituye por otras, concretándolas en raras ocasiones. Esta falta de compromiso esconde la mágica ilusión de quedarse en un mundo ideal que no destruya la máscara de buen niño o de persona especial.

Su seducción y manipulación acaba a veces por derivar en una explotación de aquellos que caen bajo el influjo de su hechizante personalidad ya que, definitivamente, suele tener la habilidad de conseguir que los demás trabajen al servicio de sus ideas o sus necesidades.
Su rebeldía se manifiesta más visiblemente en una crítica mordaz hacia los prejuicios de la moral establecida, a través del humor y la ironía. En realidad, se opone a todo aquello que coarte su gula, y para ello es necesario ser anticonvencional y contrario a las jerarquías. Es, por tanto, un aparente igualitarista. La rebeldía también está relacionada con la búsqueda de utopías, alternativas a lo ordinario. Su rebeldía inconsciente (…) le convierte en un esclavo de su libertad.
(…) En el eneatipo 7 se confunden imaginación y realidad. Se calculan mal, al alza, la propia valía y los tiempos, y a la baja los esfuerzos y sacrificios. Se esconde la ansiedad tras la complacencia, la agresión tras una actitud suave y afable, y la explotación bajo una apariencia de generosidad. Su falta de compromiso con la verdad es aplastante, y hace de él un carácter muy descomprometido y fraudulento.
Entre los distintos subtipos del E7 existen, básicamente, oposiciones en diversos aspectos, que a grandes rasgos podemos resumir como “una polaridad entre idealismo y falta de este, entre credulidad y desconfianza cínica, entre la voladura del soñador y el materialismo desmesurado”.

En esta polaridad, el E7 conservación encarna el extremo desconfiado, cínico y materialista. Entre los E7, se trata del subtipo pseudoidealista o, más exactamente, de un antidealista tomado por una desconfianza visceral y un claro amor por lo concreto, mostrándose como un carácter oral-agresivo y por supuesto, como el más rebelde de todos ellos. (…) Es a la vez el más masoquista y psicopático de los E7, hasta el punto de que es capaz, en ocasiones, de tomar cierta distancia con su gula y comportarse de una manera sobria, autopunitiva.
Al mismo tiempo, su natural descreimiento le lleva a compensar anteponiendo los aspectos materiales y de supervivencia por encima de todo. En el terreno erótico, la falta de capacidad empática le lleva a un hedonismo radical. Sustituye calidad en el vínculo amoroso por cantidad en el encuentro sexual, mostrándose insaciable en la conquista erótica (…). Suele dibujarse al subtipo conservación como un ser “sensual, terreno”, con descriptores como “playboy hedonista, alegre y de trato agradable”.
(…) Es más tendente a la confrontanción y la violencia que los otros subtipos del E7, un eneatipo que, en sí, es poco dado a la agresión física.
(…)Suele mostrarse muy territorial y, dentro de la común gula de novedad y nuevos horizontes de los tres subtipos, es bastante más costumbrista de lo que se le supone a alguien típicamente explorador de mundos nuevos y buscador de experiencias excitantes. Puede que tal cosa se demuestre en el hecho de que siempre ocupe el mismo lugar en la mesa, o el mismo lado de la cama, o que compre varias camisa iguales, etc.
(…) Suele mostrar una gran capacidad de trabajo. Su autoindulgencia encuentra un claro límite en la “protección” de aquellos que considera parte de su clan, mostrándose más indulgente que autoindulgente. (…) Hay en él un aspecto interesado, oportunista y ventajista. Tiende menos a la satisfacción imaginaria del deseo, siendo más bien proactivo en su autosatisfacción.
Su querencia por el realismo y su falta de idealismo le hace ser más cínico y más abiertamente crítico y autocrítico que otros E7. Según las instancias psíquicas descritas por Karen Horney (hacia, contra y lejos), el E7 de conservación va a la contra, mostrándose a menudo como un curtido polemista. A menudo es el líder de la manada y se vuelve el protector de su familia, clan o grupo de afinidad, que representa a su pasión: una pasión de implicación, de complicidad más allá de las normas y de la moral. En esta caso, evidencia una gran generosidad y es muy afectivo, defendiendo a los miembros en su seno. Naturalmente, todas estas son formas de manipulación para obtener a cambio el propio reconocimiento.
Por su parte, podríamos definir al E7 sexual como un idealista que cambia de ideales según sople el viento de sus caprichos, sin mucha conciencia sobre sus contradicciones, generalmente crédulo y que encaja perfectamente con la descripción de un soñador volado con una altísima permisividad hedonista, una gran falta de disciplina y una mayor tendencia a la satisfacción imaginaria de sus deseos.
Mucho más fantasioso, etéreo, poético y soñador que el resto de subtipos golosos, el sexual es más emocional, tierno y excitable, y tiende a vivir una realidad virtual en la que todo está bien y todo el mundo es bueno. Es el más oral-dependiente de entre los E7, el que se entrega a la gula con mayor ahínco, y el más autoindulgente y acrítico consigo mismo.
Según las instancias psíquicas de Horney, el E7 sexual va hacia los demás. Es un integrador, un seductor cuya herida (la intimidad) le conduce compulsivamente a un encuentro íntimo que después no puede sostener, mostrándose escapista o experimentando accesos de rabia infantil ante la más mínima frustración de sus expectativas. Entre los diversos subtipos del E7, el sexual tiende a habitar y perseverar como ningún otro en una dimensión infantil, como una defensa ante las dificultades y frustraciones de la vida. No en vano se dice de él que es un Peter Pan; no se responsabiliza, no cumple sus obligaciones, no quiere ser adulto.
Está invadido por una especie de alegría, tiende a idealizarse a sí mismo y a sus dotes particulares. En un sentido narcisista, es el más volcado hacia sí y, por tanto, el más desconectado de la realidad. Hasta tal punto que, cuando no resulta gracioso, suele resultar irritante y cargante y, sobre todo, muy invasivo.
El E7 social es el más idealista. De las instancias de Horney, es un carácter que va lejos. Se aísla, suele encerrarse en una torre de marfil intelectual desde la que observa a los demás con ínfulas de superioridad, comportándose como el más esquizoide de los E7.
Suele tener un superego más activo y exigente, más disciplinado, y un mayor contacto con la culpa. También cree con mayor ahínco en ideas y abstracciones teóricas que produce con una florida charlatanería y sofisticación intelectual. Suele mostrarse servicial e incluso sacrificado (hasta cierto punto, pues en el fondo no deja de ser, como buen E7, un descomprometido y un escapista). Se percibe a sí mismo como (…) un ser “bueno” y bienintencionado, cuidadoso con todos y merecedor del respeto y admiración de la comunidad por sus elevadas acciones y sentido del bien común. En este sentido, suele comportarse como un auténtico Rasputín, como un consejero o ideólogo capaz de blanquear lo execrable.
Al ponerse al servicio de todo el mundo, como una especie de dinamizador de la comunidad, intercambia tales servicios por admiración e indulgencia. A diferencia del subtipo social, el de conservación se pone al servicio de su propio clan, mientras que no parece conmoverse ante la suerte del resto del mundo. Y el subtipo sexual, en su falta de contacto con la realidad, parece ajeno a cuestiones tales como el servicio, más allá de sus buenas intenciones.
El social también es el E7 que más reprime la gula, hasta el punto de que ha sido definido como el “antisiete”. Lo mismo ocurre con su indulgencia. Como subtipo “antigula”, suele mostrarse menos (auto)indulgente (al menos, en apariencia) y manifiesta una menor permisividad hedonista, que en su caso aparece negada».
(Fragmentos extraídos de Psicología de los eneatipos. Golosos: tramposos, soñadores y charlatanes, de Claudio Naranjo y su equipo de colaboradores, Ediciones La Llave, 2019. Coordinadora de la colección: Grazia Cecchini. Edición: Óscar Fontrodona. Coordinador del volumen: David Barba)

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