
«En toda relación existe el nivel de lo que se ve, dos adultos juntos; y el nivel oculto. Y siempre es el nivel oculto el que dirige el intercambio.
Si ambas personas están en su “Estado Adulto”, el nivel aparente y el nivel oculto serán los mismos, la terapia puede funcionar, los cambios para mejor se notarán, pero si el cliente está en su “Estado Niño”, habrá incongruencia entre su demanda aparente y su demanda real, ya que el “Estado Niño” estará relacionándose con el terapeuta como un hijo. […] El terapeuta experimentado se mantiene en su Estado Adulto, sea cual sea el envite del cliente y de esta manera le ofrece la única manera de sanarse y recuperar su autonomía».
(Empezar a constelar, de Brigitte Champetier de Ribes).
Odilon Redon, La barca.

(Memorias del subsuelo, de Fiódor Dostoievski).

(Claudio Naranjo).
« La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos».

(“Joyce, el Síntoma”, de Jacques Lacan).

(Eduardo Galeano).

(Anthony de Mello).